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Historia
Somos un taller textil familiar de Mallorca
Desde 1854

Los tejidos formaron parte de su vida casi desde su nacimiento, sus abuelos tenían un pequeño taller de tejidos de lana tela de obrat y brinet en la calle León numero 55. 

¿Quienes somos?

Nuestra historia nace en 1854 en un pequeño taller de tejidos de lana en Pollença, Mallorca. El fundador Martí Vicens Vilanova, abuelo de las actuales propietarias, había aprendido de su padre la técnica del Ikat, que llegó a Mallorca por la ruta de la seda en el siglo XVI. Más adelante su hijo Martí Vicens Alemany y su esposa Antonia Capllonch, tercera generación de la familia, con mucho esfuerzo reinventaron el concepto de las telas de Ikat, creando diseños innovadores y atemporales con un estilo más libre. La artesanía es una actividad que, por su naturaleza, necesita tiempo para expresarse en toda su plenitud. Nuestra filosofía se basa en transmitir, a través de los tejidos, la cultura mediterránea y defender el espíritu local. Dedicamos todo nuestro esfuerzo a perfeccionar la calidad de esta tela sin que pierda su esencia.

 

Ser fabricantes de telas nos da el valor añadido y la libertad de colaborar con diseñadores, arquitectos, empresas, particulares… Ya sea en un “shooting” de fotos para alguna revista o en la decoración de una casa, hotel o espacio. También diseñamos y producimos piezas exclusivas para clientes que lo demanden. Valoramos positivamente conocer y conectar con otras empresas que compartan nuestra filosofía de trabajo. Por eso anualmente colaboramos con otras firmas en nuevos proyectos para seguir creciendo y darle una vuelta más al uso de nuestras telas.

Un maestro de los tejidos
Martí Vicenç Alemany «Bonjesus» (Pollença, 1926-1995).
Artesano y artista polifacético

Los tejidos formaron parte de su vida casi desde su nacimiento, sus abuelos tenían un pequeño taller de tejidos de lana tela de obrat y brinet en la calle León numero 55. Mas tarde , su padre Martí Vicenç i Vilanova, introdujo la roba de llengues y un estilo más libre en los tejidos pollensines.

Martí y su hermano Rafel, ya manejaban los telares desde muy niños, para tejer los llamados canyons, que son una especie de delantales realizados en hilo y lana.

Martí no pudo ser instruido por su padre ya que pereció joven en la guerra civil y no pudo transmitirles todos los conocimientos del oficio, pero con la ayuda de unas pequeñas anotaciones y con su poca experiencia reinvento, como él decía, la roba de llengues y le imprimió desde el primer momento su toque personal experimentando
con los colores y las composiciones.

Todo este proceso se inició en el pequeño taller de la calle Pou del Verger, que más adelante traspaso a la calle Reyes Católicos. Se caso con Antonia, en la que encontró la compañera ideal para poder exteriorizar sus ansias creativas.

Mientras tanto los colores y las texturas afluían en su mente creando una colección de tejidos muy extensa e innovadora sin perder nunca el espíritu artesano de la tela mallorquina que se adapta a todos los tipos de ambientes; esto le permitió mas libertad para relalizar, tapiceria, ropa de mesa, de cama y asi hasta el infinito.

Con mucho esfuerzo la pareja compra la casa de Ca’n Sionet, en el Calvario Pollensin, actual sede del Museu Martí Vicenç. Para ampliar el taller, que muy pronto se quedo pequeño, se trasladaron a la carretera del Puerto Pollença (Ca’n Berenguer).

Una de las cosas realmente claves de la vida de Martí Vicenç es su profesión como artesano, el mundo textil formo parte de su vida desde su nacimiento hasta su muerte.

Supo hacer evolucionar sus creaciones con las necesidades de cada momento, hasta llegar a una artesanía de vanguardia que nunca perdió su huella personal.

Toda esta amalgama de telas, más las creaciones de Antonia Capllonch, se fabrican en la actualidad y no han perdido ni un ápice de su frescura inicial. Combinan a la perfección dentro de todos los ambientes y estilos.

Creatividad y adaptación
Antonia Capllonch Canaves (Pollença, 1936).
La insipiración perfecta. El encanto de lo esencial

Es el alma de la empresa. Antònia siempre tuvo una visión muy clara del negocio. Junto a su marido, Martí Vicens, crearon un tándem perfecto. Ella supo administrar todo el flujo de inspiración para ir usándolo en las dosis justas en cada momento.

Su delicadeza para elegir las telas que iban a ser aplicadas en cada pieza siempre fue exquisita. De ahí, que los que trabajamos en la actualidad, recuperemos una y otra vez la huella con la que ella impregnó de elegancia todas las colecciones de ropa para el hogar. Siempre desde la discreción, ha sabido que su labor iba más allá del hecho de tejer.

Sabe que su trabajo ha sido importante en cuanto a preservar un legado cultural en la isla de Mallorca.

Y también que, con mucho esfuerzo, estaba contribuyendo a la revolución que significó la creación de nuevos dibujos.

Han sido muchos y siguen siendo muchos los hogares que en su decoración todavía conservan con mucho amor alguna de las cortinas o fundas de cojines que diseñó ella. En su afán de proteger un oficio tan olvidado, en muchas épocas pasadas, ha sido una de las personas que más ha contribuido a que en la actualidad, la artesanía se considere un bien tan preciado.

A día de hoy

En la actualidad, la cuarta y quinta generación, sigue el legado familiar creando nuevos dibujos y colores. Superando objetivos y retos en cuanto a diseño y creación de nuevos proyectos. Buscar el equilibrio entre el trabajo artesano y las nuevas herramientas tecnológicas y sociales, surgidas en el siglo XX, es todo un desafío que no queremos desaprovechar, para seguir ampliando nuestro espíritu creativo.

El equipo humano que trabaja en Vicens es gente joven que ha aprendido el oficio y se siente muy involucrado con el trabajo que desarrolla y su aporte a la sociedad como oficio sostenible. Luchar por la calidad y lo auténtico significa trabajar de manera más inteligente, no más rápido, y ser más conscientes de todo el proceso hasta llegar al producto final.